A menos de una semana del inicio de los Juegos Bolivarianos Ayacucho 2025, la región recibe un duro golpe: el Estadio Cuna de la Libertad Americana, presentado por el gobernador Wilfredo Oscorima como el “legado histórico” de su gestión, simplemente no existe. No está concluido, no está habilitado, no cuenta con capacidad mínima para albergar una sola competencia y su avance físico es apenas del 22,4%, con una fecha oficial de culminación fijada para junio del 2026.
El coloso, que debía ser el corazón de los Bolivarianos, se ha convertido en el símbolo más evidente de un proyecto millonario desbordado por irregularidades, sobrecostos y promesas incumplidas.
Promesas que nunca se cumplieron
El 28 de diciembre del 2024, durante su rendición de cuentas, Oscorima garantizó que el estadio estaría listo antes de diciembre de 2025. Habló de “liquidez asegurada”, prometió no fallar y pidió confianza:
“Faltan 200 millones ¿Qué hacemos? Una vez más tienen que confiar en su gobernador regional. Esta obra tiene que ser inaugurada en diciembre del 2025. No hagan caso a los mediocres ni a los opinólogos”
La entonces presidenta Dina Boluarte respaldó públicamente la obra durante un Consejo de Estado Regional:
“El estadio ayacuchano para los Bolivarianos. Sin estadio ¿Dónde hacemos los bolivarianos?
Hoy, a cinco días de la inauguración del evento deportivo más importante para Ayacucho, la respuesta es contundente: no habrá estadio. Y no por falta de tiempo, sino por gestión deficiente, pagos irregulares y una ejecución plagada de cuestionamientos.
Un “legado” convertido en ruinas
Un año antes, en noviembre del 2024, ya existían señales del desastre. Un reportaje denunció hospedajes con goteras, infraestructura incompleta y símbolos deportivos sin terminar. Un año después, el escenario es aún más grave: el estadio principal es apenas un esqueleto de concreto.
Ayacucho, en lugar de recibir el evento completo, quedará limitado a solo cinco disciplinas: MTB Cross Country, Box, Taekwondo, Kickboxing y Wushu. El sueño de un megaevento deportivo se convirtió en una versión reducida y accidental.
Sobrecostos escandalosos y avance mínimo
El proyecto original de 2017 calculó que el estadio costaría S/ 141,9 millones. Pero la cifra fue aumentando de manera vertiginosa:
- 2023: S/ 362 millones
- Septiembre 2025: S/ 422,6 millones
El incremento alcanza un 198% respecto al presupuesto inicial, mientras la obra no supera el 25% de avance.
Pagos irregulares por S/ 92 millones: la Contraloría destapa el desorden
El Informe de Control Específico N.° 041-2025-2-5335-SCE reveló un escándalo mayúsculo: entre diciembre de 2023 y marzo de 2025, el Gobierno Regional aprobó pagos irregulares por más de S/ 92 millones al consorcio constructor.
Las anomalías encontradas incluyen:
Adelantos sin carta fianza
Los montos debían depositarse en un fideicomiso y estar garantizados. En vez de ello:
- El dinero fue transferido a una cuenta privada del contratista.
- Se usaron documentos inválidos para justificar desembolsos.
La Contraloría concluyó que la entidad quedó en “pérdida de dominio de recursos públicos” y en un escenario de vulnerabilidad financiera frente al incumplimiento del consorcio.
Adenda irregular que exoneró al contratista
Una adenda permitió que el consorcio no presentara la garantía total de fiel cumplimiento. La norma invocada estaba destinada únicamente a MYPE, pero el consorcio no calificaba como tal.
Este acto generó presunta responsabilidad penal y administrativa en 15 funcionarios y exfuncionarios del Gobierno Regional de Ayacucho.
El caos no se limitó a lo administrativo. En enero del 2025, sindicatos de construcción civil se enfrentaron en los alrededores de las obras a balazos por cupos de trabajo. Fue la primera alerta visible de que el proyecto se había convertido en un foco de conflictos y disputas económicas.
El vínculo político: Oscorima, Boluarte y el caso Rolex
El estadio también se usó como plataforma política. En 2024 y 2025, Dina Boluarte respaldó abiertamente a Oscorima en plena controversia por el Caso Rolex, donde el gobernador era señalado por entregar relojes y joyas de lujo a la mandataria.
El estadio, convertido en bandera de gestión, terminó exhibiendo lo contrario: una obra fallida, costosa y sin utilidad.
Un legado vacío para los Juegos Bolivarianos
La obra que debía ser símbolo de orgullo regional terminó siendo un retrato del fracaso. Ayacucho no tendrá estadio, no tendrá competencias masivas y no verá materializado el proyecto millonario que se le prometió.
El evento se realizará, pero sin la infraestructura principal. Lo que queda son:
- Un proyecto paralizado.
- Un presupuesto multiplicado por tres.
- Funcionarios comprometidos con presuntos delitos.
- Y un gobernador que prometió un “legado histórico” que nunca llegó.


