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NADA DE MANOS BLANCAS, SEÑORA BOLUARTE.

Luego de escuchar el mensaje de la Presidenta Boluarte con ocasión del recuerdo del glorioso triunfo de nuestras fuerzas militares en la Batalla de Ayacucho que selló la independencia del Perú y de América del yugo español, no puedo quedarme en silencio.

En primer lugar, por la grave contradicción cuando «reconoce» la «combatividad» del pueblo de Ayacucho, parece olvidar hace menos de 2 años, las llamadas «fuerzas del orden» (o, más propiamente dicho los guardianes del desorden) que ella, como Jefa Suprema están bajo su mando, derramaron sangre de sus pobladores, con balas disparadas contra sus espaldas, a pesar que se pretendió justificar en inexplicables «enfrentamientos».

Pero cuando escuché que, a pesar que su gobierno no solo tiene graves denuncias de presuntos actos de corrupción, encubrimiento de prófugos de la justicia; y, hasta de sangre de peruanos, pretende decir que tiene «las manos limpias», como discípulo y ex secretario personal del distinguido jurista, catedrático universitario, fundador y líder de la Democracia Cristiana Héctor Cornejo Chávez; quién durante su trayectoria política como Diputado por Arequipa y Senador de la República encarnó y honró el lema de «MANOS LIMPIAS» no puedo menos que indignarme; y, decirle con el mayor respeto hacia su alta investidura; pero con la misma energía que me asiste como ciudadano de ésta Nación: Señora Boluarte, No utilice el término MANOS LIMPIAS, si el gobierno que usted preside, no tiene, precisamente, la autoridad moral que ese término; y, el político que la utilizó en la década de los 60, si la encarnaba y honraba.

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Marco Silva Santisteban
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